El síncope también es conocido como “desmayo” o “desvanecimiento”. Consiste en una pérdida transitoria del estado de alerta que puede ocurrir a cualquier edad y en cualquier situación. El síncope siempre debe ser evaluado por el cardiólogo. La razón de esta recomendación es que, aunque la mayor parte de estos eventos son benignos y obedecen a causas no preocupantes, en algunos pocos pacientes el síncope puede deberse a enfermedades serias, sobre todo cardíacas (predominantemente arritmias) que pueden estar relacionadas con complicaciones tan graves como la muerte súbita.
Es muy relevante la valoración del síncope en el contexto del ejercicio físico tanto en personas que lo realizan de forma recreativa como en los atletas de alto rendimiento. Un paciente que ha presentado síncope usualmente será tratado con medidas generales sencillas, como mejorar el estado de hidratación, pero algunos requerirán diversos tratamientos según el padecimiento diagnosticado. Algunos ejemplos de tratamientos que podrían necesitarse son: un medicamento para el paciente con síncope vasovagal que lo requiera, un marcapasos en un paciente adulto mayor con un bloqueo cardíaco, una ablación con radiofrecuencia en un paciente con una taquicardia, el implante de un desfibrilador en un paciente con una enfermedad cardíaca oculta que tenga riesgo de muerte súbita.
La evaluación inicial del síncope incluye:
-Historia clínica
-Exploración física
-Electrocardiograma
-Exámenes de laboratorio sencillos
Después de la revisión inicial se podrán tener las siguientes valoraciones:
-Estratificación de riesgo: significa calificar los síntomas como de alto o bajo riesgo para complicaciones graves.
-Establecer un diagnóstico: corroborar que se trata de síncope y no de otras condiciones (no es raro que se confunda con epilepsia).
-Iniciar las recomendaciones para el tratamiento.